Visita monasterio San Pedro de Arlanza(I).

1-IGLESIA ROMÁNICA,

Iniciada en el año 1080, sigue un modelo basilical, está hecha de tres naves de cuatro tramos. La cabecera se compone de tres ábsides semicirculares precedidos de un tramo recto, el central más ancho y profundo, caracterizada por un peculiar despiezo de los sillares, que, a determinada altura, rompe con el sistema de anillos.

Al exterior, el espacio de los ábsides se articula en vertical mediante columnas adosadas. En los muros exteriores de las naves se utiliza un tipo peculiar de contrafuerte, con una columna adosada que remata en una cornisa decorada con el típico taqueado en tres filas. Bajo la cornisa, y a lo largo de todo el muro, una ancha franja, rematada en su parte inferior por una hilera de arquillos ciegos de reminiscencias lombardas. Aún podemos apreciar elementos decorativos del estilo románico como capiteles de evidente tosquedad técnica y en su mayor parte con temas vegetales.

Vista panorámica de la Abadía. © mielarlanza.com

Las arquerías de separación de naves, formadas por arcos de medio punto doblados sobre pilares compuestos mediante medias columnas adosadas a los extremos de la cruz, procedían del primer proyecto románico. Las cubiertas originales pudieran haber sido de cañón corrido al estilo poitevino o bien de simple armadura de madera.

La iglesia románica de San Pedro de Arlanza se modificó en el paso del siglo XV al XVI por los Colonias, artífices de las cubiertas de la Catedral de Burgos; afectaron al sistema de cubiertas, que fue renovado en su mayor parte desde el claristorio de la nave central, aprovechando en gran medida la distribución estructural de la primitiva iglesia románica; al ábside principal, sobre el que se construyó una bóveda estrellada para cuyo contrarresto se adosaron contrafuertes al exterior y sobre el crucero se construyó una esbelta y sutil linterna.

A la entrada de la iglesia, desde el occidente, existía una portada románica, trasladada al Museo Arqueológico Nacional, de doble columna y con arquivoltas y adornos románicos en consonancia con los adornos del resto de la iglesia primitiva.

Es en este templo, en actual estado de ruina, donde descansaron, por deseo propio, los restos del conde Fernán González, primer conde independiente de Castilla, de su esposa doña Sancha, de los tres anacoretas San Pelayo, San Arsenio y San Silvano, hasta 1841 cuando fueron trasladados a la Colegiata de Covarrubias.

2- TORREÓN.

La construcción de principios del siglo XIII, por orden del Abad Frater Xemeno, denota gran carácter defensivo por su porte macizo y su envergadura.

Planta de la iglesia Románica. © mielarlanza.com

El torreón es de planta casi cuadrada y con cubo de gran tamaño adosado al poniente, donde se desarrolla la escalera de husillo que conduce a una sala abovedada en forma de crucería ojival y doble puerta con gorroneras. Al exterior tiene una serie de arquerías ciegas de corte románico-ojival con mensulitas muy graciosas. El segundo cuerpo del torreón está reservado para las campanas, es sencillo y de estrechos y altos ventanales, está adornado exteriormente en cada una de las esquinas por los escudos de la casa (castillo y llaves).

3- SACRISTÍA

Lugar de preparación para los actos religiosos; está adosada a la iglesia desde donde se accede atravesando un curioso pasillo de arcos de medio punto de estilo renacentista. Se trata de una robusta y amplia sala donde cabe destacar la bien conservada bóveda circular de estilo renacentista de notable envergadura y copia de la basílica de San Pedro, sostenida por trompas, coronadas con su escudo, y en las esquinas los cuatro casetones en forma de concha.

En su interior, se encuentra un improvisado museo donde podemos apreciar interesantes restos de diferentes épocas constructivas del monasterio: estelas romanas, capiteles románicos policromados de la sala capitular, tumba del Abad San García o San Arredondo (flor de lis francesa), escudos con el sello de la casa: el castillo (Castilla) y las llaves (unión con Navarra), restos de cerámica, etc…

4- CORO

Lugar dedicado a la música y el canto junto a la iglesia, en él se supone que se realizaban ejercicios de canto gregoriano en acompañamiento a los actos religiosos. Aún se conservan los nervios de un gran rosetón circular.

Torreón. © mielarlanza.com

Claustro Mayor.  © mielarlanza.com

5- CLAUSTRO MAYOR

El Claustro mayor o “Claustro de los intelectuales”, de estilo Herreriano, fue construido por Pérez de Palacios, discípulo de Herrera a principios del siglo XVII. Su construcción se realizó sobre la base de otro anterior claustro románico similar al que en la actualidad podemos apreciar en Santo Domingo de Silos. Las condiciones económicas de la época permitieron realizar una reforma total adquiriendo el nuevo aspecto; en la actualidad se encuentra parcialmente derruido.

Alrededor del claustro, como en todos los monasterio, se articulaba la vida de la abadía, aunque en este caso existió una clara diferencia entre los monjes. En esta parte del monasterio hacían vida aquellos monjes de un mayor grado, y encargados en mayor medida a los asuntos intelectuales.

En el centro del claustro destacaba una esbelta fuente de mármol de estilo incaico trasladada en 1933 al Paseo de la Isla en Burgos.

Junto a la puerta que comunica el claustro con la iglesia, contra el muro, se ubicaba la tumba románica de Mudarra, el que fuera hermanastro de los siete infantes de Lara, en la actualidad en el claustro de la Catedral de Burgos.

6- SALA CAPITULAR

La sala capitular, también conocida como “sala de los tesoros”, es de planta cuadrangular de estilo románico y albergaba tres alturas. Era en su interior donde se encontraban grandes riquezas.

Por un lado se trataba de la biblioteca de la abadía, y teniendo en cuenta que estamos hablando del que fuera importante enclave económico cultural en época medieval, entre sus muros se encerraba el que fuera posiblemente el mejor “scriptorium” del naciente idioma castellano.

Fresco Sala Capitular (expuesto en el Metropolitan Museum de Nueva York). © mielarlanza.com

Numerosos manuscritos incunables fueron dispersos a raíz de la desamortización, parte de ellos fueron a la cercana abadía benedictina de Santo Domingo de Silos, otros a archivos históricos o colecciones privadas, y otros desgraciadamente ni se sabe donde fueron a parar. Estudios recientes basados en la recopilación de los dispersos manuscritos originarios de este destacado monasterio, demuestran la enorme relevancia de estas afirmaciones. Así pues, si hablamos de los orígenes del castellano, es un gravísimo error olvidar mencionar esta abadía. Pero los tesoros no solo eran escritos; también en estos muros se escondían otros tesoros como las pinturas románicas, frescos pintados en sus paredes, considerados como uno de los más importantes ejemplos de la pintura tardorománica española. Los frescos que hacen referencia a animales mitológicos se conservan parte en el Metropolitan Museum de Nueva York, otros fragmentos fueron a parar al Museo Fogg de la Universidad de Harvard, y otra parte al Museo de arte románico de Barcelona.

También se nos dice que el piso bajo servía de sala de reunión para los primeros condes castellanos a la hora de debatir sus asuntos internos.

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