La abeja ha sido un recurso muy valioso desde la prehistoria, la miel que producían fue unos de los primeros dulces que los humanos probaron. La cera se ha utilizado desde las primeras civilizaciones para hacer velas y alumbrarse en la oscuridad de las cuevas; también la utilizaban para impermeabilizar los tejidos.
Las abejas y los lugares donde anidaban, han sido un tesoro a lo largo y ancho de este mundo para cada una de las civilizaciones que en ellos habitaban.
La humanidad se ha inspirado en ellas a lo largo de la historia, y por ello, en cuanto se empezaron a acuñar las primeras monedas, la abeja aparecía incrustada en ellas, como símbolo de trabajo y unión, a lo largo del tiempo en diferentes culturas.
Cuando empezaron a acuñarse las primeras monedas, a comienzos del siglo VI antes de la era cristiana, las abejas fueron uno de los primeros símbolos que aparecieron en una de sus caras. Los griegos fueron unos de los primeros que utilizaron la abeja en las monedas. Se encontraron monedas en la antigua ciudad de Éfeso, acuñadas entre los años 600 y 550 antes de Cristo.
Éfeso es una ciudad donde usaron el símbolo de la abeja durante mucho tiempo en sus monedas, desde el tetradracma hasta las monedas de bronce muy pequeñas.
La abeja se asoció con Éfeso por muchas razones. Según el escritor Filostratos, los atenienses que llegaron a colonizar Jonia, donde se encuentra Éfeso, fueron liderados por las Musas, que tomaron la forma de abejas.