Julio, comienza el calor.

Empiezan los calores, el campo se va agostando y las abejas, intentan aprovechar las floraciones que aún quedan. Las colmenas que no enjambraron, cuentan con miles de abejas (de 60.000 a 100.000) pecoreadotas que invaden las flores en busca del preciado néctar, si el tiempo acompaña, recogerán una buena cosecha de miel.

Las colonias que enjambraron, se dedican a reponerse de la perdida de abejas y miel. La joven reina, ya fecundada,  comenzará su puesta. Un nuevo reinado se establece en la colmena, se extenderá a lo largo de varios años, siempre que no haya accidentes o la colonia decida procrear en la próxima primavera.

Los zánganos que aún quedan con vida, poco a poco son echados de las colonias, ya han cumplido su labor. Si los aportes de néctar son importantes son tolerados unas semanas más, por el contrario, si la penuria de alimento es eminente son sacrificados sin contemplaciones.

En estos días las temperaturas llegan a subir hasta los 40 grados, las colmenas necesitan refrigerarse para que los panales de cera no se fundan, una legión de abejas aguadoras trabajan recogiendo agua y depositándola sobre los panales. Sus compañeras, agitan las alas para evaporar las gotitas de agua depositadas, consiguiendo crear corrientes de aire fresco y húmedo que refrigeran la colmena.

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