En Europa se consume más miel de importación que autóctona, siendo China, Argentina, México y algunos otros países los principales proveedores, con unas mieles de inferior calidad que las nacionales y con unos costos de producción mucho más bajos que los europeos, dadas sus condiciones climatológicas favorables y el bajo nivel de vida (salarios más bajos) los principales factores de estos bajos precios. La importación de mieles de China está prohibida en Europa desde Enero de 2002 por haberse constatado la existencia de sustancias contaminantes. No se sabe hasta cuándo persistirá esta prohibición.
Las mieles de importación pueden ser detectadas por el consumidor en los puntos de venta al público por dos vías diferentes:
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En la etiqueta aparece, en letra pequeña, la mención: MIEL DE DIVERSOS PAÍSES.
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Se presentan en estado permanentemente líquido debido a los tratamientos térmicos y a las manipulaciones industriales a las que han sido sometidas por parte de las industrias envasadoras, sin el aspecto cremoso, sólido o pastoso propio de las mieles autóctonas adquiridas directamente al apicultor.
Una vez aplicados los márgenes comerciales de los grandes importadores y envasadores de miel, los precios de estas mieles de importación aparecen al público en unos niveles ligeramente más bajos que los de las mieles autóctonas.
En el medio rural, y en menor medida en las ciudades, existen una serie de consumidores que saben muy bien diferenciar las cualidades de las mieles locales y las industriales de importación, estando dispuestos a pagar un precio superior por las primeras. Hay otro sector de consumidores, a quienes no les importa (casi siempre por desconocimiento de las diferencias entre unas y otras mieles) la calidad, el origen, el aspecto, etc. , interesándoles únicamente el precio, con lo que optan por las mieles industriales. También son muchas las personas que prefieren mieles líquidas por su mayor facilidad en el manejo a la hora de consumirla, pero puede constatarse que este sector de consumidores no es consciente de las diferencias en las calidades.
Miel natural de los Sabinares del Arlanza, sin procesados industriales. © mielarlanza.com
Podríamos resumir diciendo que existen dos tipos de consumidores de miel:
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Consumidores de mieles locales, con precio más alto, que saben apreciar las sutilezas de sus aromas, sus sabores y su textura, así como sus cualidades nutritivas y terapéuticas superiores.
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Consumidores de un producto de baja calidad y precio más asequible y que se maneja con mayor facilidad en la cocina, salvo que se quiera comer unas tostadas de pan con miel.
El público debe saber que todas las mieles, por su naturaleza, son líquidas cuando se sacan de los panales y que con el paso del tiempo y el descenso de las temperaturas, se espesan y que dependiendo de su origen botánico, se quedarán más o menos duras y en un plazo mayor o menor. Hay dos excepciones, que corresponden a las mieles de acacia y de castaño, que permanecen líquidas de forma natural. También debe saber el público consumidor, que las mieles que permanecen constantemente líquidas, salvo las dos excepciones citadas, es por que han sido calentadas a altas temperaturas por los envasadores con lo que el producto queda desvirtuado, perdiendo gran parte de sus propiedades genuinas y quedando únicamente un producto dulce, pero sin muchas de las sustancias volátiles que confieren a las mieles sus más valiosas propiedades.