CUBA, ENTRE VEGUEROS Y TORCEDORES

Torcedor cubano trabajando en  un habano. © mielarlanza

EL gran descubrimiento de la planta de tabaco

Cuando la expedición española al mando de Cristóbal Colón llegó a Cuba en 1492, vieron por primera vez a los indios Taínos como enrollaban y prendían unas hojas de una planta desconocida, que llamaban Cohíbas, en un ceremonial tribal desconocido hasta ese momento por los descubridores españoles.

Los Cohíbas, eran encendidos con una madera muy combustible llamada por los indios Taínos: Cuaba. Las dos son palabras indias, y las dos han dado nombre a las marcas más famosas de los habanos cubanos.

Plantación de tabaco en la provincia de Pinar del Río.  © mielarlanza

Fue el punto de partida, para que desde Cuba y hace 529 años, la planta de tabaco se extendiera por todo el planeta.

EL 11 de abril de 1717 el rey Felipe V de España impuso el monopolio real para el tabaco que se cultivaba en Cuba, decisión que ha pasado a la historia con el nombre de “Estanco del Tabaco”.

En esta época, el tabaco era cultivado exclusivamente por hombres libres procedentes de España, que dieron origen al campesino cubano.

Veguero trabajando en su plantación de tabaco en la provincia de Pinar del Río.  © mielarlanza

Pero a lo largo de estos 500 años de historia, ninguna otra plantación de tabaco en ninguna otra parte del mundo, ha hecho sombra al tabaco negro cubano, que sigue siendo considerado el mejor del mundo, por las condiciones únicas que ofrece la isla de Cuba para su cultivo.

Hay cinco factores fundamentales que solo se dan en Cuba:

  • Calidad de los suelos.
  • Clima único en el mundo.
  • La variedad de tabaco negro cubano que se cultiva.
  • El buen hacer de los Vegueros y torcedores.
  • El conocimiento y cultura del tabaco acumulados en Cuba durante siglos.

Veguero ensartando las hojas de tabaco, para llevarlas al secadero.   © mielarlanza

Todos los habanos son cubanos, pero no todos los puros hechos en Cuba son habanos. Para confeccionar estos últimos, solo se utilizan las hojas de tabaco que reúnen las condiciones especiales que marca la denominación de origen Habanos. Además de ser las mejores hojas de tabaco, por supuesto tienen que estar hechos a mano, y superar los estrictos controles establecidos por el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Protegida “HABANOS”

Planta de tabaco en flor.   © mielarlanza

LOS VEGUEROS (Agricultores)

Realizan un extraordinario trabajo de cultivo, todo a mano, o con la ayuda de animales. Son dignos de ver los excelentes cultivos que consiguen, el trabajo que

día a día realizan sobre la tierra, para con paciencia y buen saber, conseguir unas excelentes hojas de tabaco.

Campo de cultivo de tabaco en Cuba.   © mielarlanza

El cultivo comienza en el semillero, área donde se depositan las semillas con las condiciones óptimas para su germinación y desarrollo antes de trasladarlas al campo; aquí permanecen cerca de 40 días. En el mes de octubre se realiza la posterior siembra por etapas. Es muy importante ir haciendo las plantaciones a lo largo del tiempo, ya que así los vegueros pueden ir haciendo los trabajos de campo escalonadamente. En los secaderos también es fundamental ir acopiando las hojas de tabaco escalonadamente, así van consiguiendo mantener una humedad perfecta para el secado de las hojas de tabaco. Este equilibrio entre hojas verdes y secas, para mantener unas condiciones perfectas de secado, solo se consigue con cientos de años de experiencia, transmitidos de generación en generación.

Colocando las hojas  del tabaco en varas, para el transporte   © mielarlanza

Para recolectar la hoja, se espera un período desde los 60 a 90 días en que se plantó. En la provincia de Pinar del Río, las hojas de tabaco se recogen principalmente durante el mes de febrero.

Luego de pasar por estos pasos, el tabaco es cortado y llevado a los lugares de ensarte para el posterior proceso de desecación y fermentación.

A falta de tractores los animales de trabajo son muy empleados en Cuba.   © mielarlanza

Los secaderos.

Los secaderos, únicos en el mundo, están fabricados con materiales de la zona completamente naturales y ecológicos, sin tecnologías sofisticadas para medir la temperatura o la humedad; pero con cientos de años de experiencia.

Después del secado, hábiles manos, generalmente femeninas, seleccionan y clasifican cada hoja de tabaco según su calidad.

Después de su clasificación y secado se procede a desempalillar la hoja del tabaco que consiste en remover la vena que cruza la hoja, se vuelven a clasificar las hojas de acuerdo a su tamaño y tipo de hoja.

La mezcla o ligada de un habano está dada por el número y clase de hojas que se usa para su creación. Una vez clasificadas se llevan a su añejamiento o fermentación para liberar a la hoja de químicos no deseados como el amoniaco.

Los secaderos de tabaco cubanos son ecológicos 100%..   © mielarlanza

Así con mimo, paciencia, y esa sabiduría que se transmite de generación en generación, se consiguen las hojas de tabaco que dan nombre a los habanos.

Después de cierto tiempo (dependiendo del fabricante y del puro) las hojas se llevan a un torcedor quien es la persona que elabora el puro.

Interior del secadero, donde se van apilando las hojas de tabaco envaradas.   © mielarlanza

LOS TORCEDORES.

Marijuan está convencido de que el torcido a mano permite individualizar la producción y eso garantiza el control de una calidad estable del producto.

Hay casi tantos métodos de torcido como de Habanos, y tantas clases de habanos como torcedores. Una muestra de ello son los dobles figurados, por la complejidad es su elaboración, se situan en la cumbre del arte del torcedor.

En el área de torcido hay mucho ajetreo en las mesas donde se enrollan las hojas, aunque hay un relativo silencio, pues como es habitual cada día trabaja una lectora de tabaquería.

Empezando a torcer un habano.   © mielarlanza

El habano ya casi terminado. © mielarlanza

Los lectores de tabaquería son un pequeño gremio de personas que durante la jornada laboral de los torcedores leen en voz alta el periódico o alguna obra relevante de la literatura universal, como forma de entretenerlos en una labor que llega a ser rutinaria.

Pero la distracción de la lectura no impide la exquisita elaboración de los puros, cada uno de los cuales lleva como promedio cinco tipos distintos de hoja, según la marca que se elabore.

En La Corona se elaboran los habanos de las marcas “Cuaba” , “Hoyo de Monterrey”, “Romeo y Julieta” y “San Cristóbal de La Habana”, las cuales reciben hojas de los macizos agrícolas tabacaleros de Pinar del Río, en el extremo oeste del país, y de la cercana Artemisa, colindante con La Habana por el suroeste.

Hojas de tabaco en el último periodo de secado. © mielarlanza

La elaboración de los puros tiene un riguroso control de la calidad con al menos cinco puntos en que se fiscaliza cada uno de los momentos del proceso, desde la selección de las hojas hasta la confección de las cajas y el anillado de cada habano.

Como marca, La Corona es una de las más antiguas de Cuba, pues fue registrada en 1845 por el español Perfecto López, aunque la fábrica se creó en 1902 y ha funcionado desde entonces prácticamente sin interrupción.

El año pasado de las manos de sus torcedores salieron 5,2 millones de habanos y para 2020 tienen previsto llegar hasta 5,4 millones, una cifra sustentada en una centenaria tradición familiar.

Hortigüela, invierno de 2020

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