Viven en colonias compuestas por alrededor de 50.000 abejas (en primavera pueden llegar hasta las 80.000), con una sola reina, madre y soberana de toda la clase social obrera y de varios miles de zánganos.
La reina es la madre de toda la familia y la única hembra perfecta. Solo ella puede poner huevos fecundados o no fecundados. De los fecundados nacen abejas obreras, de los no fecundados salen zánganos.
Las obreras (hembras imperfectas), realizan todas las tareas domésticas, desde el cuidado de los huevos hasta la limpieza de la colmena.
Los zánganos (machos de la especie), tienen como misión principal fecundar a las futuras reinas, aunque también ayudan a las obreras, aunque sea de forma involuntaria.
Tanto la reina, como las obreras y los machos, no pueden vivir mucho tiempo separados; su interdependencia es clave para la subsistencia de la colonia.
Las abejas poseen una organización no igualada por otras especies, con una compleja distribución de tareas, y una sola reina madre que ejerce el poder mientras es fuerte y vigorosa, todos juntos progresan, por separado mueren en pocas horas.
La colonia de abejas es una súper sociedad (un poco más adelantada que la nuestra), todas trabajan para todas, todas tienen su trabajo en cada momento, todas se ayudan, todas forman algo superior que las protege: la colonia o enjambre. Reflejo de este hecho, es que los apicultores hablamos de una colmena sana o enferma o, incluso, de la muerte de una colonia aunque en ella todavía vivan varios cientos de abejas.