Colmenas tradicionales: “cuezos de roble”

Principalmente están hechos con gruesos troncos de roble, a los que se les vacía por dentro. Para ahorrar trabajo, se buscaban en los robledales, troncos, que con el paso de los años ya habían quedado con grandes cavidades en el centro del tronco. Una vez encontrado el tronco de roble ideal, se serraba longitudinalmente, obteniendo trozos de 1,20 metros aproximadamente. Los trozos de roble, eran transportados mediante caballerías y carros, hasta las viviendas habituales situadas en los pueblos, allí y durante las largas noches de invierno, se acababan de vaciar por dentro mediante cuñas de hierro que se iban incrustando por las dos lados. La madera resultante, se utilizaba en las cocinas para dar calor y cocinar.

En el interior del hueco obtenido, se colocaban dos palos en forma de cruz, hacia la mitad del tronco: son las llamadas trencas. Esta cruz, marcaba el tope a la hora de extraer los panales de los cuezos.

Las bases que sustentaban los cuezos eran lachas de piedra, buscadas cerca de los asentamientos de las colmenas. De cubre panales se utilizaban tres o cuatro tablas, que encajaban en una hendidura hecha alrededor del tronco, después se colocaba materia vegetal que hacía de aislante, principalmente paja o helechos. Por último, haciendo de tejado, se colocaba una gran losa de piedra.

Fabricar los cuezos, suponía muchas horas de trabajo y dedicación, pero el resultado que daban en el campo era óptimo. El tronco de roble aislaba muy bien a las abejas de las inclemencias del tiempo, tan extremo en los territorios donde se utilizan, donde los inviernos son muy fríos con muchas nevadas, quedando los cuezos tapados por la nieve durante muchos días.

También suponía un buen refugio, para los numerosos depredadores que rondaban los colmenares en busca d e la codiciada miel, osos, garduños, y zorros apremiados por la escasa comida y los largos inviernos, intentaban por todos los medios robar algo de miel de los cuezos.

El sistema de producción de miel en los cuezos era muy sencillo. En primavera se instalaban en los colmenares, en espera de que los nuevos enjambres los poblaran.

Como estos troncos de roble han sido utilizados de forma habitual por los enjambres de abejas silvestres, durante miles de años, son aceptados rápidamente por las nuevas colonias de abejas. Una vez instalado el nuevo enjambre en el cuezo, lo único que había que hacer, era esperar a que las condiciones climatológicas fueran favorables para el buen desarrollo de la colonia. Los cuezos, se dejaban pasar el invierno con toda la miel recolectada, solo a la salida del invierno, generalmente y dependiendo del tiempo durante los meses de febrero, marzo y abril, se procedía a la extracción de los panales de miel. La cruz de palos, instalada en el centro del cuezo, marcaba el máximo hasta donde se podían cortar los panales de miel, de ahí para abajo, se dejaba para que la colonia no tuviera demasiadas dificultades para desarrollarse en la ya incipiente primavera. La miel extraída, siempre era la que las abejas no habían necesitado para pasar el invierno, era la miel sobrante de la colonia, que las abejas regalaban a sus cuidadores por los servicios prestados.

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